“A menudo he soñado con un periódico que fuera redactado enteramente por los propios
lectores y que daría así, a diario, una imagen perfectamente fiel de la opinión pública. El
industrial que vuelve de un viaje de estudios por el extranjero aportaría observaciones e
informaciones calentitas y recientes. […] El sabio, el ingeniero, el amigo de la naturaleza,
comunicarían sus descubrimientos, y el intelectual nos daría el fruto de sus meditaciones y
lecturas. Hasta el paseante en cortes nutriría con abundancia la crónica local y regional.
Pero todo esto, en efecto, no es más que un sueño” (FELL; MARTÍN VIVALDI, 1967 apud.
SALAVERRÍA, 2005: 37)

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